Me inspira la convicción de que la salud psicológica no se limita al bienestar individual, sino que está profundamente vinculada al modo en que nos relacionamos con los otros y con la Tierra. En la raíz de muchas formas de sufrimiento encontramos una desconexión: de nosotros mismos, del cuerpo, de la comunidad y de la madre de naturaleza que nos sostiene.

La psicoterapia, desde una mirada Humanista y Transpersonal, ofrece un espacio para restablecer esa relación. A través del encuentro terapéutico y del trabajo con estados ampliados de conciencia —ya sea mediante la respiración o el acompañamiento psicodélico— se abre la posibilidad de reconectar con la experiencia viva, con la sabiduría del propio organismo y con el tejido más amplio de la vida.

El proceso terapéutico, así entendido, no busca producir una versión mejorada de uno mismo, sino recuperar el sentido de pertenencia: sabernos parte de una red mayor donde mente, cuerpo y naturaleza son expresiones de una misma totalidad.